La propuesta de crear una megasecretaría de la Familia que se lleve de encuentro la secretaría de la Mujer, ha seguido dándome vueltas en la cabeza. Ya escribí que la idea de Jaime Aristy Escuder me parece social y políticamente descaminada, pero no aporté dato alguno sobre su igual impertinencia económica.
Para satisfacer mi propia inquietud por si el ahorro en dinero contante y sonante es tanto que pone mis argumentos políticos en entredicho, consulté el Presupuesto 2009, una fuente primaria de valor incontrovertible. Tenía, como tengo de muchas cosas, la vaga idea de que lo asignado a la secretaría de la Mujer es pura chilata, una limosna dejada en la mano andrajosa de la entidad creada para definir las políticas de género, arrinconadas tiempo ha en el trastero de un Gobierno que prefiere echarle maíz al Despacho de la Primera Dama.
No digo que me sorprendí de lo encontrado porque la menesterosidad de la secretaría de la Mujer la ve hasta un ciego. Pero las cifras me dieron pie para hacer comparaciones reveladoras de la imposibilidad de camuflar la incomprensión del problema social de las mujeres en dos o tres frases aprendidas a la carrera. Pero vayamos a las cifras.
En 2009, la secretaría de la Mujer recibió un presupuesto de 366 millones de pesos, de los cuales 56 millones provendrían (no sé si llegaron) de fuentes externas. Ergo, el Gobierno se “desprendió” de tan solo 310 millones de pesos. Hagamos algunos cálculos arbitrarios con esta irrisoria cifra. Según proyecciones de población de la Oficina Nacional de Estadísticas, las mujeres seríamos en este año que comienza a agonizar 4,883,051, un poco más de la mitad de la población. De todas nosotras, 1,575,274 tendrían entre cero y catorce años de edad. Restadas a la población femenina total, quedamos 3,307,777 mujeres adultas, a favor de las cuales la secretaría de la Mujer debe trazar políticas y velar por su ejecución.
Si en un ejercicio de puro masoquismo social dividimos el presupuesto asignado a la secretaría de la Mujer entre el número de mujeres adultas, tendremos que el Gobierno “dispendia” al año 93.71 pesos en cada una.
Veamos ahora cuánto asigna el Presupuesto 2009 al Senado de la República, augusta y respetable institución a la que aspira pertenecer Aristy Escuder: la nada desdeñable suma de 1,475,779,124 millones de pesos, 4.7 veces más que los manejado por la preterida SEM. Puesto que son apenas 30 senadores, el Gobierno ¿invierte?, en términos absolutos, 49.1 millones en cada uno de ellos. Del total, 48,550,000, equivalentes al 15.48 por ciento del presupuesto de la SEM, se van solo en salarios nominales; 15 millones en dietas fuera del país; 14 millones en gastos de representación, 4 millones en regalía pascual; 2.3 millones en teléfono local; 15 millones en viáticos dentro del país; 14 millones en viáticos fuera del país, 7.1 millones en pasajes; 9.9 millones, en equipos de transporte; 6 millones en seguro de personas y 12 millones en combustibles y lubricantes. Un verdadero lujo, no cabe dudas.
Pongamos sobre el tapete algunos reveladores contrastes entre el gasto del Senado y los de la SEM. Mientras el Programa para el Fortalecimiento de las Políticas Públicas en Equidad de Género tiene asignado 0.00 pesos de fuentes internas –quizá porque se esperaba que la cooperación internacional aportara 7 millones--, en el Senado los gastos por servicios de Internet y televisión por cable consumen 3 millones de pesos; los de libros, revistas y periódicos, 1.5 millones, y los de programas de computación, 15 millones.
Como electora en el Distrito Nacional que jamás ha faltado a su deber cívico de votar y con la expectativa de que le interese al precandidato a senador perredeísta, propongo un plan para salvar a la SEM: como solo en gastos de representación, viáticos dentro y fuera del país, transporte, seguro personal, combustibles y lubricantes, los senadores engullen 93 millones de pesos, equivalentes al 30 por ciento del actual presupuesto de la SEM, eliminémoslos de un plumazo.
De seguro que si el Senado hace alguno que otro recorte presupuestario, también la secretaría de la Juventud podría ser salvada de la compulsión ahorrativa de Aristy Escuder. Su presupuesto en 2009 es de 326,856,262 millones, que sumados a los de la SEM totalizan 692 millones de pesos; es decir, el 46.91 por ciento de lo recibido por el Senado.
De otros organismos que también propugna eliminar no hablo porque me parece excesivo. Hago, sin embargo, una última salvedad que es casi una recomendación: bien pudiera el aspirante a senador perredeísta sacar de su lista de instituciones onerosas al Órgano Rector del Sistema de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes porque no tiene un solo chele de presupuesto. Creado por el Art. 320 de la Ley 14-94 del Código de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes, sustituida por el Código para el Sistema de Protección y los Derechos Fundamentales de Niños, Niñas y Adolescentes Ley 136-03, lo componen el secretario de Salud, que lo preside; la secretaría de Educación, la Procuraduría General de la República, el Consejo Nacional para la Niñez y la Adolescencia (CONANI), la secretaría de Economía, Planificación y Desarrollo (antes secretariado Técnico) y dos representantes de organizaciones no gubernamentales.
Eficiencia y moderación en el gasto, de acuerdo; pero también absoluto respeto por los electores y las electoras.
Para satisfacer mi propia inquietud por si el ahorro en dinero contante y sonante es tanto que pone mis argumentos políticos en entredicho, consulté el Presupuesto 2009, una fuente primaria de valor incontrovertible. Tenía, como tengo de muchas cosas, la vaga idea de que lo asignado a la secretaría de la Mujer es pura chilata, una limosna dejada en la mano andrajosa de la entidad creada para definir las políticas de género, arrinconadas tiempo ha en el trastero de un Gobierno que prefiere echarle maíz al Despacho de la Primera Dama.
No digo que me sorprendí de lo encontrado porque la menesterosidad de la secretaría de la Mujer la ve hasta un ciego. Pero las cifras me dieron pie para hacer comparaciones reveladoras de la imposibilidad de camuflar la incomprensión del problema social de las mujeres en dos o tres frases aprendidas a la carrera. Pero vayamos a las cifras.
En 2009, la secretaría de la Mujer recibió un presupuesto de 366 millones de pesos, de los cuales 56 millones provendrían (no sé si llegaron) de fuentes externas. Ergo, el Gobierno se “desprendió” de tan solo 310 millones de pesos. Hagamos algunos cálculos arbitrarios con esta irrisoria cifra. Según proyecciones de población de la Oficina Nacional de Estadísticas, las mujeres seríamos en este año que comienza a agonizar 4,883,051, un poco más de la mitad de la población. De todas nosotras, 1,575,274 tendrían entre cero y catorce años de edad. Restadas a la población femenina total, quedamos 3,307,777 mujeres adultas, a favor de las cuales la secretaría de la Mujer debe trazar políticas y velar por su ejecución.
Si en un ejercicio de puro masoquismo social dividimos el presupuesto asignado a la secretaría de la Mujer entre el número de mujeres adultas, tendremos que el Gobierno “dispendia” al año 93.71 pesos en cada una.
Veamos ahora cuánto asigna el Presupuesto 2009 al Senado de la República, augusta y respetable institución a la que aspira pertenecer Aristy Escuder: la nada desdeñable suma de 1,475,779,124 millones de pesos, 4.7 veces más que los manejado por la preterida SEM. Puesto que son apenas 30 senadores, el Gobierno ¿invierte?, en términos absolutos, 49.1 millones en cada uno de ellos. Del total, 48,550,000, equivalentes al 15.48 por ciento del presupuesto de la SEM, se van solo en salarios nominales; 15 millones en dietas fuera del país; 14 millones en gastos de representación, 4 millones en regalía pascual; 2.3 millones en teléfono local; 15 millones en viáticos dentro del país; 14 millones en viáticos fuera del país, 7.1 millones en pasajes; 9.9 millones, en equipos de transporte; 6 millones en seguro de personas y 12 millones en combustibles y lubricantes. Un verdadero lujo, no cabe dudas.
Pongamos sobre el tapete algunos reveladores contrastes entre el gasto del Senado y los de la SEM. Mientras el Programa para el Fortalecimiento de las Políticas Públicas en Equidad de Género tiene asignado 0.00 pesos de fuentes internas –quizá porque se esperaba que la cooperación internacional aportara 7 millones--, en el Senado los gastos por servicios de Internet y televisión por cable consumen 3 millones de pesos; los de libros, revistas y periódicos, 1.5 millones, y los de programas de computación, 15 millones.
Como electora en el Distrito Nacional que jamás ha faltado a su deber cívico de votar y con la expectativa de que le interese al precandidato a senador perredeísta, propongo un plan para salvar a la SEM: como solo en gastos de representación, viáticos dentro y fuera del país, transporte, seguro personal, combustibles y lubricantes, los senadores engullen 93 millones de pesos, equivalentes al 30 por ciento del actual presupuesto de la SEM, eliminémoslos de un plumazo.
De seguro que si el Senado hace alguno que otro recorte presupuestario, también la secretaría de la Juventud podría ser salvada de la compulsión ahorrativa de Aristy Escuder. Su presupuesto en 2009 es de 326,856,262 millones, que sumados a los de la SEM totalizan 692 millones de pesos; es decir, el 46.91 por ciento de lo recibido por el Senado.
De otros organismos que también propugna eliminar no hablo porque me parece excesivo. Hago, sin embargo, una última salvedad que es casi una recomendación: bien pudiera el aspirante a senador perredeísta sacar de su lista de instituciones onerosas al Órgano Rector del Sistema de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes porque no tiene un solo chele de presupuesto. Creado por el Art. 320 de la Ley 14-94 del Código de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes, sustituida por el Código para el Sistema de Protección y los Derechos Fundamentales de Niños, Niñas y Adolescentes Ley 136-03, lo componen el secretario de Salud, que lo preside; la secretaría de Educación, la Procuraduría General de la República, el Consejo Nacional para la Niñez y la Adolescencia (CONANI), la secretaría de Economía, Planificación y Desarrollo (antes secretariado Técnico) y dos representantes de organizaciones no gubernamentales.
Eficiencia y moderación en el gasto, de acuerdo; pero también absoluto respeto por los electores y las electoras.
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