miércoles, 9 de febrero de 2011

La SIP, Manuel Quiroz y la libertad de prensa en la República Dominicana


A la mayoría de los periodistas de mi generación nunca les gustó la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). Demasiado muñeco del ventrílocuo norteño en épocas en que en las latitudes latinoamericanas el periodismo tenía otros compromisos muy distintos de los que actualmente tiene.

Después, siempre hay un después, terminada la Guerra Fría, la SIP, integrada por empresarios periodísticos, fue despojando su discurso de sus más vergonzosas rémoras político-ideológicas aunque todavía hoy, con demasiada frecuencia, es incapaz de disimular por dónde andan sus verdaderos intereses, invariablemente extraperiodísticos.

La última exhibición de sus partes pudendas es la destitución de Manuel Quiroz, director de El Caribe, de la vicepresidencia por la República Dominicana para sustituirlo, sin ni siquiera avisarlo antes, por Miguel Franjul, director del Listín Diario, adquirido pocos meses atrás por dos poderosos grupos económicos, Corripio y Vicini, y otros accionistas, frente a ellos minoritarios en más de un sentido, entre los que se encuentra Micalo Bermúdez, miembro directivo del Partido de la Liberación Dominicana, y a quien el rumor público atribuye ser representante vicario de dirigentes peledeístas muchísimo más encumbrados.

Si a la intempestiva destitución de Quiroz del cargo en que fue ratificado por la última asamblea de la SIP en noviembre de 2010 no se le busca la quinta pata, pasaría por libérrima decisión estatutaria de Gonzalo Marroquín, el ejecutivo periodístico guatemalteco electo presidente en esa misma reunión. Vale hacer notar que en la ocasión Quiroz advirtió a la SIP de los riesgos para la libertad de prensa y expresión en el país implícitos en las “propuestas” de una comisión nombrada por el presidente Leonel Fernández para modificar toda la legislación de prensa dominicana, discutida hasta ahora solo en los auditorios de la FUNGLODE.

Pero toda historia tiene su intrahistoria. Y la intrahistoria de la destitución de Quiroz puede estarnos advirtiendo de por dónde va la cosa, y muy en serio, para un periodismo dominicano donde ya son pocos los que resisten.

¿Quién es Gonzalo Marroquin? Hasta su elección en la presidencia de la SIP fue el jefe editorial del periódico Prensa Libre, considerado el más conservador de Guatemala, del que renunció para pasar a presidir Corporación de Noticias, una empresa familiar.

Sucede que Luis y Juan Carlos Marroquín, hermanos de Gonzalo, adquirieron en 2009 Corporación de Noticias, en la que participaban como accionistas el grupo costarricense La Nación, editor del periódico del mismo nombre, y los empresarios guatemaltecos Álvaro Castillo, Ramón Campollo, Carlos Paíz y Juan Luis Bosch. Corporación de Noticias edita los periódicos Siglo XXI y Al Día.

Según el informe financiero de La Nación correspondiente al período 2008-2009, Corporación de Noticias era una empresa deficitaria. “Los compradores cancelaron en efectivo lo necesario para pagar todos los pasivos de Corporación de Noticias, incluyendo el pasivo laboral. Esta operación no afectó los resultados del Grupo porque su valor en libros era de un dólar”, según consta en el informe anual de La Nación y subsidiarias. No es palabra de Dios, pero los Marroquín debieron comprar a precio de vaca muerta con un plus de agradecimiento y compromiso imperecedero.

Nada de esto tendría que ver con las posibles razones de la destitución de Quiroz y su sustitución por Franjul si Ramón Campollo no fuera socio del Grupo Vicini en el negocio azucarero. Arrendatario desde antes del Ingenio Barahona, en octubre de 2010 el Grupo Campollo, formando uno con el Grupo Vicini, recibió en arrendamiento 300 mil tareas de tierra de los ingenios Consuelo y Quisqueya por un período de 30 años.

Hay quienes sostienen que entre los propietarios de El Caribe, empresarios santiagueros diversificados y santificados, y el Grupo Corripio, copropietario del Listín Diario junto a los Vicini, existe una soterrada pero virulenta guerra comercial en algunos de los nichos de mercado en los que coinciden. La hipótesis es que cada grupo estaría utilizando los medios que maneja para dirimir estas diferencias, y que Quiroz puede ser un daño colateral.

Al margen de la anterior conjetura, lo cierto es en la actual estructura propietaria del Listín Diario confluyen intereses que, sin necesidad de rizar el rizo, apuntan hacia un ejercicio de influencia que barrió a Quiroz de la vicepresidencia de la SIP con solo –posiblemente, que no seguro— marcar tres o cuatro números telefónicos, uno de los cuales pudo haber sido, en feliz coincidencia, el de un accionista minoritario del Listín Diario.

Y no es que la SIP interese de manera fundamental al destino de la libertad de prensa dominicana. Sucede, tan solo, que son demasiados los indicios que hacen pensar razonablemente que aquí manda quien manda, y lo demás es pura e ingenua tontería. Quiroz, a quien hay que reconocerle un ejercicio digno de la vicepresidencia de la que lo echaron sin contemplaciones, pudo haber sido para Marroquín la ficha que le ordenaron mover en el tablero de los intereses económicos y políticos dominico-guatemaltecos.

Franjul no será piedra en el zapato de nadie y Marroquín posiblemente elimine el amargor de las flagrantes amenazas a la libertad de prensa en la República Dominicana, esas que ni siquiera la SIP puede pasar por alto, disolviendo lentamente en su boca, mientras mueve distraídamente el palito, un enorme y tropical algodón de azúcar.

4 comentarios:

  1. Con tan solo 10 periodistas como tu Margot, el pais pudiera ser otra cosa. Esa agudeza tuya al investigar la informacion y la valentia en publicarla, pocos hombres la tienen.
    Y la asquerosa componenda que destituyo al senor Quiroz, la pagaremos con creces mas adelante; ya lo veremos...
    Sabrina De la Cruz Vargas

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  2. Ahora veo por qeu la SIP odia tanto a Chavez

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  3. El que a hierro mata...

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  4. La SIP es una entelequia regional mas.

    Pienso que los "periodistas" que laboran en los medios escritos estan atados a los dueños de esos periodicos y nunca seran capaces de escribir su verdad. Practican la autocensura.

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