Dice una máxima jurídica que los jueces hablan por sentencia… menos en la República Dominicana. Aquí los jueces se “despachan” a opinar sin consideración ninguna de esa indispensable discreción que deben a sus funciones e investidura. No hablo exclusivamente de los jueces de los tribunales de justicia, sino de muchos de estos, pero sobre todo de aquellos que han hecho de la prerrogativa de sentenciar un ejercicio anterior al juicio.
La prueba más reciente de esta folclórica propensión es la reacción refleja del juez presidente de la Junta Central Electoral ante la propuesta de un grupo de ciudadanos y ciudadanas de que la boleta electoral incluya un cuadro con la inscripción “ninguno” que pueda ser marcado por quienes, renegando del abstencionismo, no quieren validar las opciones ofrecidas por partidos que no los representan.
Julio César Castaños Guzmán no guardó las formas, pese a que se le reconoce su público comedimiento. A la propuesta la calificó de “antidemocrática” y a los proponentes de “maniqueos”. Pero no solo eso, arrogándose competencias que solo corresponden al pleno de la JCE, descartó ipso facto la inclusión en la agenda de la propuesta del grupo de ciudadanos y ciudadanas, todos en pleno ejercicio de sus derechos civiles y políticos y, apuesto peso a morisqueta, que todos, absolutamente todos, sin hechas ni sospechas, lo que no puede decir buenísima parte de quienes aspiran a “representarlos”.
El voto es un derecho político, y poner trabas a su ejercicio es suplantar a la propia Constitución que –pese a la utilidad higiénica que tiene para el sistema político— es norma suprema que muchos queremos respetar, incluso si a la nueva no la sentimos nuestra.
Pero, además, lo que legitima a la democracia y a sus representantes es la participación ciudadana, sea cual sea el modo en que ésta se concrete. En términos electorales, esta participación no se da solo a favor o en contra de un candidato; se da también a favor de ninguno, una modalidad que a los verdaderos maniqueos –autoritarios por naturaleza-- se les hace difícil entender. Alguien dijo, Savater si no recuerdo mal, que no es errado navegar a igual distancia de dos males iguales. Por el contrario, es de una edificante sensatez.
Mas el presidente de la JCE parece no estar dispuesto a permitir que un grupo importante de electores valide con su voto uno de los mecanismos de mayor significación de la democracia, aun cuando no lo seduzca, ni convenza, ni motive ninguno de aquellos en la liza electoral. Prefiere Castaños Guzmán que estos ciudadanos y ciudadanas se queden en sus casas, obligados por la JCE, paradójica guardiana del derecho al sufragio, a un abstencionismo que también rechazan.
No me cuento entre los firmantes de la propuesta, si bien la suscribo entera y vehementemente. Sigo creyendo hasta hoy que la democracia es la mejor forma de gobierno posible porque se basa y construye en el disenso. Quienes no le reconocen esta característica esencial y abusando de su poder pretenden uniformizar criterios y prácticas colectivas, atentan contra ella de manera flagrante. Esto y no otra cosa es lo que hace en este caso el presidente de la JCE.
La prueba más reciente de esta folclórica propensión es la reacción refleja del juez presidente de la Junta Central Electoral ante la propuesta de un grupo de ciudadanos y ciudadanas de que la boleta electoral incluya un cuadro con la inscripción “ninguno” que pueda ser marcado por quienes, renegando del abstencionismo, no quieren validar las opciones ofrecidas por partidos que no los representan.
Julio César Castaños Guzmán no guardó las formas, pese a que se le reconoce su público comedimiento. A la propuesta la calificó de “antidemocrática” y a los proponentes de “maniqueos”. Pero no solo eso, arrogándose competencias que solo corresponden al pleno de la JCE, descartó ipso facto la inclusión en la agenda de la propuesta del grupo de ciudadanos y ciudadanas, todos en pleno ejercicio de sus derechos civiles y políticos y, apuesto peso a morisqueta, que todos, absolutamente todos, sin hechas ni sospechas, lo que no puede decir buenísima parte de quienes aspiran a “representarlos”.
El voto es un derecho político, y poner trabas a su ejercicio es suplantar a la propia Constitución que –pese a la utilidad higiénica que tiene para el sistema político— es norma suprema que muchos queremos respetar, incluso si a la nueva no la sentimos nuestra.
Pero, además, lo que legitima a la democracia y a sus representantes es la participación ciudadana, sea cual sea el modo en que ésta se concrete. En términos electorales, esta participación no se da solo a favor o en contra de un candidato; se da también a favor de ninguno, una modalidad que a los verdaderos maniqueos –autoritarios por naturaleza-- se les hace difícil entender. Alguien dijo, Savater si no recuerdo mal, que no es errado navegar a igual distancia de dos males iguales. Por el contrario, es de una edificante sensatez.
Mas el presidente de la JCE parece no estar dispuesto a permitir que un grupo importante de electores valide con su voto uno de los mecanismos de mayor significación de la democracia, aun cuando no lo seduzca, ni convenza, ni motive ninguno de aquellos en la liza electoral. Prefiere Castaños Guzmán que estos ciudadanos y ciudadanas se queden en sus casas, obligados por la JCE, paradójica guardiana del derecho al sufragio, a un abstencionismo que también rechazan.
No me cuento entre los firmantes de la propuesta, si bien la suscribo entera y vehementemente. Sigo creyendo hasta hoy que la democracia es la mejor forma de gobierno posible porque se basa y construye en el disenso. Quienes no le reconocen esta característica esencial y abusando de su poder pretenden uniformizar criterios y prácticas colectivas, atentan contra ella de manera flagrante. Esto y no otra cosa es lo que hace en este caso el presidente de la JCE.
Lo que pasa Margarita es que el Dr. Castaño es un resultante del desorden de los partidos politicos dominicanos y por ello, descalifica la propuesta que puede poner al descubierto la engañifa de la obtención del 50% + 1 de los votos emitidos para ganar la candidatura presidencial.
ResponderEliminarLos partidos politicos dominicanos estan desacreditados y ellos mismos estan cabando su tumba cuando se oponen a propuesta tan democrática como ésta, lo cuál resulta muy lamentable porque le están haciendo un flaco servicio al sistema que dicen representar.
Como estoy seguro de que esta propuesta no va a properar por ahora, y como mi voto tiene un valor que no creo que ninguno de los candidatos a los cargos congresionales de las elecciones del año que vienen merecen, mejor me levanto un poco más tarde ese dia y me la paso leyendo un libro y viendo televisión.
HUMBERTO PERDOMO.
En las últimas 3 elecciones no he asistido a ejercer mi derecho al voto y no lo hago por haraganería, sino por dos razones: primero por no contar con un instrumento democrático como ese que se propone ahora y, segundo, por no contar con el instrumento del Referendum Revocatorio, que me daría la posibilidad de destituir a aquellos funcionarios públicos electos que no cumplen sus promesas, que se corrompen y corrompen y que violan todas las normas que están supuestos a defender.
ResponderEliminarFernando Castillo
New Jersey