jueves, 28 de enero de 2010

El PLD les tomó el pelo al PRD y a las Iglesias


Ha sido poco comentada, si es que acaso lo ha sido, la afirmación del presidente de la Asamblea Nacional, Reinaldo Pared Pérez, que pone al descubierto, cuatro meses después, la estratagema peledeísta para burlar a tirios y troyanos en la discusión y aprobación del malhadado artículo 30, ahora 37 de la Constitución de la República.

Habló en tono que quiso ser irónico, aunque la intención era palmariamente defensiva, para referirse a las críticas del «comentado y traído artículo 30 de la primera lectura y que ahora figura con el número 37, según el cual “El derecho al a vida es inviolable desde la concepción hasta la muerte”».


Recreó en ese momento las opiniones de quienes denunciaron que su aprobación podría provocar la muerte a mujeres con embarazos problemáticos, porque les quedaría vedada la posibilidad de interrumpirlos.


Y dicho esto, sin rubor ninguno, llamó las personas críticas con el controvertido artículo a leer el numeral 3 del artículo 42 de la nueva Constitución.


«En efecto, dicho texto dispone lo que a continuación se copia: “Nadie puede ser sometido, sin consentimiento previo, a experimentos y procedimientos que no se ajusten a las normas científicas y bioéticas internacionalmente reconocidas. Tampoco a exámenes o procedimientos médicos, excepto cuando se encuentre en peligro su vida»”, oración esta última resaltada en negritas en la versión escrita del discurso de Pared Pérez.


¿Qué quiso lograr el presidente de la Asamblea Nacional con esta precisión? Ninguna otra cosa que demeritar las críticas vertidas a raudales contra el artículo 30 del proyecto de reforma, ahora 37 de la Constitución. Poner en ridículo a quienes las vertieron y banalizar los argumentos en contra de unos asambleístas que, con la excepción de los 34 que votaron en contra, se proclamaron todos defensores de la vida en cualquiera circunstancia.


Si, como afirmó Pared Pérez, el numeral 3 del artículo 42 manda a paseo la rotundidad de la prohibición del aborto terapéutico, alrededor del cual giró la discusión pública y social, no deja de ser una buena noticia, aunque el precio sea tan alto como el de tener una Constitución que se canta y se llora.


Pero lo que importa aquí es resaltar el engaño del cual hicieron víctimas los asambleístas del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), con sus conocidas y honrosísimas excepciones, al «narigoneado» Partido Revolucionario Dominicano y a la Iglesia Católica.


Al PRD, porque su presidente Miguel Vargas Maldonado y el secretario general Orlando Jorge Mera, fueron vehementes en su defensa a ultranza de «la vida» y, por ende, en su oposición a “la cultura de la muerte”, desde una perspectiva estrictamente de moral religiosa. Quedan para la historia las intervenciones durante la primera lectura del proyecto de Marino Mendoza y, en la segunda, de Roberto Rodríguez, quien afirmó orondo que los asambleístas del PRD favorecieron la inclusión del artículo en el nuevo texto constitucional «por convencimiento, no por conveniencia» y reiteró la posición de su partido en contra de todo tipo de aborto.


Las opiniones al respecto de la Iglesia Católica, y de otras confesiones, no hay que documentarlas. Baste recordar, como ejemplo gráfico, que los católicos ejercieron desde el púlpito la inquisitorial y terrorista postura de condenar a los asambleístas, llamados por sus nombres y apellidos, a los fuegos del infierno luciferino, pero también del político. Y los calificaron de «asesinos».


Ahora resulta que uno y otra hicieron tanto aspaviento para nada, y que el PLD que votó a favor del artículo tenía bajo la manga la carta que les tranca el juego a quienes procuraron «blindar» mediante Constitución (lo dijo una activa pro «vida» en un debate televisivo) al Código Penal para que a nadie se le ocurra borrar de este texto la penalización del aborto.


Es bueno saber ahora, después de tanta angustia, que las mujeres cuya vida sea puesta en riesgo por un embarazo problemático ya no tendrán que tirarse «de nalgas» por unas escaleras, como aconsejara el asambleísta perredeísta Radhamés (Chino) Ramos García, sino simplemente tomar la Constitución en la mano y con dedo enfático señalar el numeral 3 del artículo 42.


Pero apena por la democracia tanta doblez y el mucho «desecho sólido» que se acumula en todo el sistema de partidos dominicano.

1 comentario:

  1. Hola Margarita,

    No estoy seguro si estoy entendiendo, pero voy a intentar: si el aborto terapéutico se ajusta a "las normas científicas y bioéticas internacionalmente reconocidas", entonces ¿sera una violación a la constitución negarlo a una muer que lo necesite, sin importar lo que diga el artículo 30(o 37)?

    Saludos,

    Ulises

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