No se trata ya de si sus argumentos son insustanciales e indemostrables, que lo son. Lo que provoca rechazo es esa incontinencia de las ambiciones, esa trivialización de lo llamado a ser serio, esa falta de elegancia pública para admitir lo adverso. No hay que ser partidario o contrario de alguien para sentir que este espectáculo que ya dura diecisiete días menoscaba nuestra autoestima ciudadana, nuestra voluntad de arrimar el hombro, no importa desde cuál espacio, a la construcción de un país un poco menos obsceno.
Pedestre, contagiado sin talento del desprecio por la inteligencia de la gente que es sello característico del peledeísmo gobernante, expuso sin coherencia el resultado de sus delirios ante cientos convocados para reanimar su ego con el rebuzno de aplausos y vítores. Y provocó pena, no porque él personalmente perdiera en estatura, está tan disminuido que apenas se alcanza a verlo, sino porque una se pregunta, desde estas gradas desencantadas, si el final del juego de la vida nos llegará en medio de este concierto de mediocridades.
Quiso ser moderno (transmisión en directo por internet); quiso ser racional (barras estadísticas y porcentajes); quiso ser convincente (audios “comparados”); quiso ser líder, y ahí le fallaron todos los recursos, propios y ajenos. Como en la época del conchoprimismo dijo sin rubores: “Yo, o que entre el mar”.
Y el mar entra con el rejuego perverso de leyes orgánicas observadas para que la bovina mayoría vote como el mandatario, y no el mandante, quiere. Y el mar entra con los expósitos de la decencia legislativa apañando proyectos inconstitucionales. Y el mar entra con un presidentevacavoladora que el domingo se reúne con los expósitos para cubrir de bosta la Constitución que proclamó como dinamo de la revolución democrática.
Y el mar entra con Conchoprimo ajeno a todo lo que no sea su obsesiva necesidad de no haber invertido en vano millones que le duelen en las costillas, sin que le importe un comino este país al que carcome la miseria ni esta endeble democracia que patea Leonel Fernández hasta dejarla sin aliento, tendida agónica sobre el sueño de un país distinto.
Siempre visualice a Leonel Fernandez como un pichon de dictador, como un ser mediocre, lleno de frustraciones originadas seguro que en su ninez. Siempre lei en su rostro la hipocresia, el cinismo y la deslealtad. Y no creo haberme equivocado, todo su ser camina o ya esta en el sendero del desconocimiento de los derechos civiles, humanos y democraticos. Es en verdad un malvado H ijo P uta.
ResponderEliminarDinorah
Es que es un cinico, falsante, pichon de dictador, en definitiva un HP.
ResponderEliminarLarissa
Bronx
EXELENTE!!!! igual pienso Unidos todos contra el irrespeto los insultos indirectos y los abusos, quisas llego el tiempo de que se voltee el asunto.... al que se kiera quedar en la M amen al otro que apoye a su hermano y vecino que estos vagabundos van pa FUERAAAA
ResponderEliminarCuantas vueltas "inttelectualizantes" para no decir nada, excepto lo que todos sabemos... Claro que no hay que ser mas feminista de clase para no insultar a su pobre madre... Digamos un hijo de su puto padre. Por fa!!!
ResponderEliminarSi les gusto: "si yo fuera gallina no pondria un huevo por menos de cinco pesos", "Demasiados granos por una libra de arroz:, " la calle esta dura coja la acera", "yo vengo con la estaca, milagro trae la semilla", etec., etc,. Cuanto enanismo, cuanta mediocridad, cuanta envidia. Por eso el pais no va pa'tra ni pa coger impulso.
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