miércoles, 11 de febrero de 2009

El lenguaje como camuflaje del poder

Con una de esas frases rotundas a las que son particularmente afectos los que también gustan de zanjar las diferencias a golpe de hipérboles, uno de los cuatro miembros de la comisión organizadora de la Cumbre, con nombre tan largo como pretencioso, afirmó que el evento ha calado en el “alma nacional”.

Qué entiende Antonio Isa Conde por “alma nacional” no es cosa que importe mucho dilucidar. Frase hecha, la suya es uno de los tantos tópicos en el confuso y contradictorio discurso de la “modernidad” leonelista, aunque en modo alguno sea inocua ni desprovista de propósitos.


El Gobierno, con el presidente Leonel Fernández dirigiendo la orquesta, nos quiere convencer de que la realidad no está constituida por hechos, sino por palabras. Por ríos desbordados de palabras. De ahí que los juegos de lenguaje, que no pocas veces son piruetas circenses, se arroguen la calidad de lo concreto.


Las palabras “diálogo”, “consenso”, “alma nacional” brotan de los labios oficiales desnudas de contexto y de historia, pero saturadas de intencionalidad. De significado escurridizo, buscan dejar en quien las oye la sensación de novedad, de cosa dicha y oída por primera vez. Anulan las contradicciones sociales; ponen sordina a la disidencia; tropicalizan la Arcadia. De manera subliminal atribuyen al Gobierno, y sobre todo al presidente Fernández, la creación de un proyecto de país del cual solo están excluidos, por voluntad propia, los “malos dominicanos”.


Mas los juegos lingüísticos del leonelismo no solo suplantan la realidad para hacernos vivir en el paraíso que estos propios juegos inventan. Como en el caso de la Cumbre y su “diálogo”, también nos devuelven al espacio del poder indiscutible: el “consenso” se dará únicamente en torno a las propuestas que el Gobierno considere "realizables", "factibles", "razonables". En inapelable instancia, serán el presidente Fernández y su gobierno los que tengan la razón. Temístocles Montás no ha perdido ocasión de recordárselo a quienes, más temprano que tarde, deberán admitir que han perdido sus tiempo.


¿Porque qué valor ha tenido esta cumbre si, al final, la palabra de los actores sociales termina fagocitada por la palabra de quien los convocó para que hablaran; si terminan reducidos a la mudez por la imposición de lo que debe ser dicho? Lo que parece un galimatías no lo es, sin embargo. Hace 144 años, Charles Lutwidge Dodgson publicó, bajo el seudónimo de Lewis Carroll, el libro “Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas”. Un pasaje de este libro, que de infantil tiene poco, revela la clave de la Cumbre y su verdadera, aunque encubierta, “metodología”:


“Cuando uso una palabra”, dijo Humpty Dumpty en un tono de voz muy superado, “ésta quiere decir lo que quiero que diga, ni más ni menos.”

“La pregunta es” – insistió Alicia- “si se puede hacer que las palabras puedan decir tantas cosas diferentes.”

“‘La pregunta” dijo Humpty Dumpty, “es saber quién es el que manda… eso es todo.”


Humpty Dumpty creó escuela.

1 comentario:

  1. Humpty Dompty sat on the wall

    Humpty Dompty hat a GREAT FALL

    All the King's horses

    And all the King's men

    Couldn't put Humpty Dompty

    Together again.

    Bueno Maggie de ahora en adelante tendre muy en cuenta lo que le paso a Humpty Dompty,porque eso de "saber quien manda" parece que no le resulto y, puede ser que en un futuro no muy lejano a Leonel le pase lo que a Humpty Dompty (se cayo de la alta pared) y sus secuases no puedan volverlo a unir otra vez.

    Love Selenia

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