domingo, 22 de marzo de 2009

Una campaña que me irrita

“Sé ciudadano del mundo”, reza la cilíndrica publicidad exterior que ocupa las principales avenidas del muy privilegiado Polígono Central. No se equivoque, sin embargo: la invitación a universalizar la ciudadanía nada tiene que ver con el rechazo a toda forma de discriminación, subyugación por cualquier medio o la intolerancia criminal, ni con la protección del individuo, nacional o extranjero, frente al poder del Estado. Nada, tampoco, con la elección ética de aceptar que somos iguales en la diferencia, que la patria es el mundo y la frontera una línea imaginaria.


Según la publicidad que aludo, ser ciudadano del mundo es… respetar el derecho de los animales a vivir en libertad y a no ser maltratados, entre otras lindezas. Para crear conciencia sobre los zoológicos “derechos” se despliega esta campaña que requiere invertir recursos, aun sean modestos. Y no digo que sea malo abogar por un trato compasivo a los animales, pero entre este reclamo ético y la antropomorfización de cualquier bicho viviente media una distancia igual a la que separa lo real de lo ilusorio.


Sospecho que estas conductas zoofílicas forman parte de una difusa conciencia “ecologista” que todo lo empastela: cogiendo de aquí y de allá, sobre todo de la moda, erige trivialidades en verdades rotundas y tras ellas parapeta la prerrogativa de mirar por encima del hombro a quienes prefieren criticar la animalidad que producen la miseria y la indigencia, propiciadas por seres humanos, a irse de boca reclamando amar a los animales.


Hay, además, una confusión conceptual que habla alto del desapego a la realidad de quienes, aquí o en cualquiera otra parte del mundo, propugnan estos "derechos" y los establecen como imperativo moral y ético del bípedo implume que es el “homo sapiens”. Olvidan, no sé si intencionalmente o por mera ignorancia, que los derechos son indisociables de los deberes, por lo que no pueden existir los primeros sin los segundos. ¿A cuáles deberes se deben los animales a los que se quiere proveer de derechos? ¿Tiene el perro el deber de no morderme porque tengo el derecho a no ser mordido? Bien dice Fernando Savater que “(T)odas las disquisiciones sobre ‘derechos de los animales’ son la parapsicología de la ética”.


Reitero: no me molesta que haya personas preocupadas por dar amor a los animales, cuidarlos y protegerlos, recoger a los deambulantes para después, desparasitados y limpios, darlos en tierna adopción; no me molesta ni siquiera que conviertan esta preocupación en ocupación central de sus vidas en un país de niños malnutridos, desheredados de toda oportunidad social y humana, incluyendo la del amor. Cada loco con su tema, dice la sabiduría popular, y yo agrego que también con sus particulares insensibilidades.


Lo que me molesta hasta irritarme es que me llamen desde el espacio público a ser ciudadana, una categoría que solo las personas alcanzan, por obra y gracia de mi abanderamiento a favor de la fauna, cuando día tras día y minuto tras minuto, en este tropical e inclemente país se desconoce el más elemental derecho humano: el de la vida, que debería ser inviolable incluso para esos ¿animales? que la Policía deja sin ninguno y para siempre.

1 comentario:

  1. Hola Margarita, si entiendo bien, en un espacio público existe un aviso propagandístico que hace un llamado a comprometerse con el cuidado animal.
    Y lo que no te agrada no es que la gente se preocupe por los animales, si no que se tilde a alguien de "ciudadano" mas o menos por adscribir o no a este emblemático llamado, en un país carente de sensibilidad hacia los mismos seres humanos.

    Entiendo ese punto de vista, realmente comprensible que "prime" la vida humana antes que la vida animal.

    Pero habemos gente que desilucionados del comportamiento humano, buscamos la mirada tierna de un animalito desvalido para poner en practica nuestro más amoroso comportamiento humano. Eso no niega el hecho que debemos ayudar a nuestros niños desvalidos, carentes de amor y hambrientos, pues tambien se encuentran en un eslabón de marginalidad.

    "Que la mano derecha no se entere de lo que hace la mano izquierda"...la caridad es silenciosa,secreta y desinteresada, y nace del espíritu de cada ser humano pues quien pudiendo ayudar mira hacia el lado comete pecado.

    Entiendo tu punto de vista.
    Pero prefiero enamorarme de este:

    Dices que los animales deberian tener deberes, pero esos deberes forman parte de nuestra filosofía y entendimiento de la vida, no precisamente la de ellos, ellos conforman una sociedad desorganizada ante la cosnatnte maquinaria pesada humana que amenaza con extinguirlos y peor aún, les priva de muertes dignas, y los maltratos que sufren son en muchos países horrorosos. Podemos nombrar las granjas de bilis de china, donde los osos son encerrados en jaulas que apenas contienen sus inmensas estructuras, y permanecen asi toda su vida "util" al hombre, siendo explotados y enchufados a mangueras insertadas en sus cuerpos obteniendo un liquido que sirve en países asiáticos para cosas que no dejan de ser demasiado vanas. Otro ejemplo es el caso del despellejamiento vivo de animales en la mismo China, donde se les extrae la piel a los mapaches, o similares, mientras estos aun viven y sus chillidos son escalofriantes, pero no para ahí, los animales que esperan en sus jaulas "su turno", ven horrorizados lo que les espera en breves minutos, o en largos días de espera, ahí la tortura pasa a observar un comportamiento doblemente cruel. Y para terminar, ayer me enteraba que en Isla Reunion, Francia, un país que pareciera tener "desarrollo", ensartan a los perros y gatos en anzuelos que encubren entre sus patas o narices, para luego ser arrojados al mar vivos y ser carnada para controlar el "segun ellos" descalabroso aumento de los tiburones.

    Esta y otras torturas ampliamente detalladas por PET, una organización que dedica su energía contra el abuso animal se dan diariamente en nuestro planeta.

    No podemos permanecer indiferentes o pensar que el humano es mas importante que la vida de un oso gris encerrado de por vida en una jaula, cuando sus ojos al mirarnos desde las bidimensionales fotografias nos transportan s su sufrimiento, solicitandonos de una forma piadosa que tengamos "compasión", que nos "apiademos", que sufren, que dolientes no tienen como defender sus "derechos". Que el hombre tiene más poder con polvora e inteligencia, que los prime, que los tortura, que los acecha, atormenta, utiliza, daña...CONCIENTEMENTE.

    Disculpame si hago un contrapunto a tu texto, pero los niños aún con todas las carencias afectivas y sociales, aún a pies pelados como abundan todavía en los campos de República Dominicana, no sufren ni tan solo por un segundo la tortura atroz del despellejamiento, o el encierro miserable, quizas son usados en el trafico sexual...SI...quizas son abandonados SI.

    Pero al ser humanos tiene la posibilidad de aprender y sobrevivir en un ambiente humano.

    Los animales NO.

    Por eso exigir derechos animales no es directamente proporcional a exigirles a cambio deberes.

    No Margarita, la balanza no actúa ni se comporta ni mide de la misma forma a un animal que a un niño.

    Este planeta va mal, muy mal, y Dios no pone mano, porque nos dio albedrío, y es en respeto de aquel derecho que no interviene, pero no creas que no sufre cada día y cuanto más que nosotros por todas sus criaturas.

    Pero el hombre no elige el camino angosto de su palabra, el hombre desobedece y genera maldad. Porque si obedeciesemos los mandamientos, te aseguro que otra cosa viviríamos.

    Amarse unos a otros es imposible cuando apenas sabemos amarnos a nosotros mismos.

    Pero Dios se cobrará venganza por todos esos gritos silenciosos, por todos esos cuadrúpedos sin voz, por todo ese sufrimiento tortuoso.

    La esperanza en el cielo esta intacta Margarita, yo prefiero poner ahí mis sueños, mis ilusiones y mis anhelos.

    Un abrazo.

    Alejandro Rivera G.

    Chile

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