martes, 7 de julio de 2009

Ciudadanía frente al escenario

Hay días, momentos, tiempo, en que esta ciudadanía autárquica que es la mía se cansa de fagocitar ilusiones. Lasa, arrinconada en ella misma, se refugia en la mudez a la espera de que algo inesperado, no insólito, sino nuevo, estimulante, esperanzador, la despierte a la voluntariedad de sobrevivir en este campo minado de desestimulos.


Pero no pasa nada, o si pasa mas sin parecerlo. Le damos nuevos mordiscos a la cola de una historia chata y gris, pero longeva.

Se suscriben pactos que agregan plomo a la soldadura dominicana en un escenario de rayos láser, de hiperpatriotismo repartido a cuotas iguales y proclamas en la neolengua que hace tabla rasa de las diferencias. Unos pocos mandan de paseo a mi conciencia crítica, por decirlo de manera decente e inodora. El pacto es por la paz, que lo mismo puede ser social que funeraria. O eso dicen, que es por la paz que garantice que la gobernabilidad no se desmadre. A los caudillos, antiguos o modernos, los matices semánticos los tienen sin cuidado. Yo apuesto peso a morisqueta que el país es una mesa de dominó. ¿Quién trancará el juego? Tratar de adivinarlo es ahora la más enjundiosa tarea de nuestra sociología, ya lo dijo antes que yo Andrés L. Mateo. Desde el rincón donde la inmoviliza su cansancio, mi autárquica ciudadanía se siente infinitamente sola.


Y viene Nuria Piera con un foco en la mano y alumbra esta compacta zona de penumbras que es el país, y no solo en sentido figurado. Cegado por el haz de esta inquieta periodista, Radhamés Segura no puede huir de la escena del crimen. Ahí está, con su derroche faraónico en asesores del desastre, con su generosidad contribuyente a costa colectiva; con su ejemplaridad filial que reparte empleos a diestra y siniestra en la desvencijada Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales, cumplidor fidelísimo de todos los preceptos del Estado patrimonial: la cosa pública es mi botín de pirata y lo reparto según mi mejor criterio entre hermanas que hace cinco años caminan calle arriba, calle abajo en Washington Heigths; aspirantes a nuera que en sus cortísimas vidas posiblemente no soñaron con salarios de noventa mil pesos para gastárselos en el salón, que para eso tienen la cabeza; hermanos, tíos, sobrinos, cuñados, concuñados, ¿concubinas?, primos primeros, primos segundos, primos terceros, primos hasta el no sé cuánto, vecinos y vecinas queridísimos, parentela que se ganó el derecho a mamar una ubre del Estado –tan exhausta como mi ciudadanía— sencillamente porque Radhamés Segura fue de los que “se fajó” para que Leonel Fernández esté dónde está, y si eso no es una patente de corso, dígame entonces, apreciado Sir Francis Drake, qué es esta impunidad que no se sonroja ni mucho menos tiene empacho en hacerse víctima de alevosas acechanzas. Y si encima es infinitamente más rico de lo que debe es porque él ha ido forjando su propio patrimonio en su empresa ENEL, contratada por sus contratados en la CDEEE, servidora de Miguel Vargas Maldonado, que aquí, además de juntos, estamos todos reburujados. Pero no pasa nada y mi autárquica ciudadanía hace un rictus y se pregunta inútilmente hasta cuándo.


Y de pronto, como si lo de Radhamés Segura no fuera suficiente para morirnos de rabia, de impotencia, de vergüenza ajena, de hastío (si, también de hastío), y la luz del foco de Nuria Piera importara un comino, nos golpean con un “movimiento” que propone la idea de Margarita Cedeño de Fernández como candidata a la presidencia de la República. “Con ella seguimos con él”, dice el lambonismo elevado a la enésima potencia de un beneficiado, aparente promotor de esta infeliz iniciativa. Íncubo que no demuestra estar al tanto de las fichas que se barajan en la mesa de dominó. Él va a lo suyo; es decir, a sacar ventaja de una autoimagen que soporta estoicamente los sonoros y repetidos abucheos en Altos de Chavón, por ejemplo, en aras del proyecto sucesorio.


Mientras estas cosas ocurren, que no solas y ni siquiera las peores, Leonel Fernández se monta en un avión rumbo a Managua sin que lo invitara nadie sino su espontánea “solidaridad” con el derrocado Manuel Zelaya. De allá vendrá diciendo que su defenestrado homólogo le pidió mediar para su retorno por 180 días al poder, porque el ego hipertrofiado no soporta ser mero figurante. Y al día siguiente de esta cita a la que no podía faltar, directo a la toma de posesión de Ricardo Martinelli, mientras en Georgetown Edwin Carrington, secretario general del Caricom, lamenta que Fernández no hubiera estado presente en la trigésima reunión de este bloque subregional, porque su ausencia no ayudó a resolver el ingreso de la República Dominicana, que aquí Cancillería había calificado de relevante. Y que conste, que a Guyana y a esta cita de importancia para la maltrecha economía dominicana sí lo habían invitado --Carlos Morales Troncoso dixit— por lo que no hubiera sido un aparecido, como lo fue en Managua, qué duda cabe.

1 comentario:

  1. La politica exterior dominicana es una postalita en medio de la esquizofrenia gubernamental donde los teoricos que hablan jamas se parecen a los politicos que gobiernan.

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